El Ministerio de Salud de Santa Fe confirmó este lunes el fallecimiento de una mujer de 40 años residente en la localidad de Ibarlucea producto de contagiarse hantavirus.
Se trata del tercer deceso causado por esa enfermedad en lo que va del año en la provincia. La mujer había ingresado una semana antes, el 23 de diciembre, a la terapia intensiva del Hospital Eva Perón, en Granadero Baigorria. Los primeros síntomas eran fiebre y dolores musculares.
Finalmente, la víctima falleció dos días después con un cuadro que se fue agravando progresivamente. Al momento de ingresar en el hospital, la mujer contó que días antes había regresado a Ibarlucea después de pasar un tiempo en una cabaña de Victoria, en la provincia de Entre Ríos.
Además de reforzar las tareas de control por un posible foco en Ibarlucea, las autoridades sanitarias santafesinas dieron aviso a sus pares de Entre Ríos.
El hantavirus es una enfermedad viral grave, de tipo zoonótica, que se transmite principalmente a través de ciertas especies de ratones silvestres, conocidos popularmente como colilargos. Este virus se encuentra en la saliva, la orina y las heces de estos roedores, y la forma más común de contagio para los seres humanos es mediante la inhalación de partículas microscópicas que quedan suspendidas en el aire cuando estos desechos se secan y se dispersan. Aunque es menos frecuente, la infección también puede ocurrir por el contacto directo con excrementos, por mordeduras o, en el caso específico de la cepa Andes, a través del contacto estrecho con una persona infectada durante los primeros días de la enfermedad.
Los síntomas iniciales suelen ser similares a los de un cuadro gripal fuerte, manifestándose con fiebre alta, dolores musculares intensos, escalofríos, dolor de cabeza, náuseas y vómitos. El mayor peligro reside en que la enfermedad puede evolucionar rápidamente hacia el Síndrome Cardiopulmonar por Hantavirus, una fase crítica en la que el paciente experimenta una dificultad respiratoria severa debido a la acumulación de líquido en los pulmones, lo cual requiere atención médica inmediata en unidades de cuidados intensivos, ya que no existe un tratamiento antiviral específico ni una vacuna disponible.
Para evitar contraer esta enfermedad, la prevención se centra fundamentalmente en reducir el contacto con los roedores y sus entornos. Es fundamental mantener la higiene en viviendas y galpones, sellando orificios en paredes y puertas por donde puedan ingresar los ratones, y manteniendo el pasto corto alrededor de las edificaciones. En zonas rurales o de acampe, se recomienda no dormir en contacto directo con el suelo, utilizar carpas con piso y cierres herméticos, y almacenar todos los alimentos en recipientes resistentes y bien cerrados para no atraer a los animales.
En el caso de tener que limpiar lugares que han estado cerrados por mucho tiempo, como depósitos o cabañas, se debe actuar con extrema precaución para no levantar polvo. La recomendación sanitaria indica ventilar el espacio durante al menos treinta minutos antes de ingresar y, una vez adentro, utilizar barbijos N95 y guantes. Antes de barrer, es necesario rociar el suelo y las superficies con una mezcla de una parte de lavandina en nueve partes de agua, dejando actuar la solución durante quince minutos para inactivar el virus. Solo después de este proceso se debe limpiar con un trapo húmedo, evitando siempre el uso de escobas o aspiradoras que puedan volver a poner en suspensión las partículas contaminadas.

