Mauricio Macri ve cómo pierde terreno político y se posiciona cada vez más lejos de ser una alternativa al hoy gobierno nacional que le arrebató, al menos en las elecciones legislativas, la hegemonía que el PRO tenía en la Ciudad de Buenos Aires.
Por primera vez, el PRO no ganó en ninguno de los barrios de Buenos Aires. El triunfo de Adorni y la consolidación de Santoro, más una candidata como Silvia Lospennato que poco pudo hacer luego de solventar su capital político únicamente en el Congreso de la Nación, hicieron que el PRO sea hoy la tercera fuerza en la capital del país.
A su vez, el amarillo está lejos hoy de ser una fuerza con capital propio para hacer fuerza tanto a La Libertad Avanza como al peronismo, con todos los interrogantes que el espacio justicialista tiene hoy en casi todos los niveles.
Y Macri parece por primera vez preocupado. Sus expresiones públicas no contribuyeron en favor de su candidata y la conferencia de prensa realizada el domingo de las elecciones para denunciar maniobras fraudulentas tras un video editado con inteligencia artificial son signos de su preocupación por el terreno que empieza a perder.
El voto al PRO, hoy, está completamente fragmentado. Horacio Rodríguez Larreta fue por su lado y se llevó su gente, La Libertad Avanza hoy convoca a gran parte del electorado que alguna vez confió en Macri para un proyecto a nivel nacional, y ya sin el radicalismo con un Martín Lousteau encauzado en Evolución, no hay amarillos propios a quien recurrir.
El mismo escenario se lleva a la provincia de Santa Fe. ¿Qué sería hoy el PRO sin el apoyo de la UCR y del frente progresista? La alianza tiene hoy un importante porvenir con un Pullaro que mantiene su imagen positiva y con vistas a mantener las ciudades más importantes, pero cualquier mínima fragmentación con un mileismo en crecimiento pondría contra el risco a todo lo logrado hasta el momento por parte del actual oficialismo.
Volviendo al plano nacional, Macri sabe que, en vistas al 2027, sus chances presidenciales parecen escasas y la posición de su partido cada vez más débil. Si hoy no comienza a consolidar un espacio fuerte en la Ciudad de Buenos Aires, podrían terminarse los 20 años de gestión y él borrarse de la política, o bien sumarse a Milei como bien lo hizo gran parte de su ex gabinete.