El Partido Demócrata Progresista recordó a Enzo Bordabehere este miércoles de 23 de julio de 1935 a 90 años, de su asesinato en el recinto del Senado de la Nación. “Fue un hecho que marcó el ingreso de la violencia al corazón de las instituciones democráticas, con el aval del poder”.
Ese 23 de julio de 1935 las bancas, las galerías, incluso las barras reservadas estaban colmadas de público. Se respiraba tensión. Hacía semanas que el debate por los frigoríficos británicos y el pacto con Gran Bretaña subía de tono y esa jornada sería especialmente tensa. En medio de una acalorada discusión, el senador Lisandro de la Torre se levantó de su banca y gritó al ministro de Agricultura: “¡Insolente! ¡Cobarde!”. Pocos segundos después, todo se descontroló.
La insensibilidad de ese entonces ante el asesinato llevó a que el decreto presidencial sobre las honras fúnebres a Bordabehere, comenzara así: “Con motivo del fallecimiento del señor senador electo…”, como si se hubiese tratado de una muerte natural. Tal vez para el poder eso era así. Eso explicaría que la misma noche del trágico hecho, el presidente Agustín P. Justo y su esposa asistieron, como si nada hubiese ocurrido, a una velada de gala en el Teatro Colón.
El 5 de enero de 1937 De la Torre renunció a su banca, cansado y abrumado por el silencio de la mayoría de la clase política. Dos años después, en su domicilio porteño de Esmeralda 22, se pegaría un tiro en el corazón, el mismo que lo había alentado, durante demasiados años, a luchar una y otra vez.