PensarLab, el laboratorio de investigación de la Fundación Pensar, think tank fundado por Mauricio Macri y su espacio político “PROpuesta Republicana”, presentó una edición especial de su serie Pensar Social, titulada “Esperando la carroza: la ‘clase media Mafalda’ se diluye”. El informe analiza la transformación profunda que atraviesa la clase media argentina, históricamente símbolo de cohesión y movilidad social, en un contexto de inflación persistente, pérdida de poder adquisitivo y cambios culturales acelerados.
Según el estudio, más de la mitad de los argentinos (55%) cree que la clase media se está achicando, mientras que seis de cada diez afirman que su trabajo solo les permite “subsistir, pero no progresar”. Aun así, los valores tradicionales de este sector —el trabajo, la educación y la estabilidad familiar— siguen siendo los pilares que sostienen su identidad, más allá del deterioro económico.
Del “consumidor aspiracional” al “consumidor sacrificial”
El informe advierte sobre un cambio de paradigma en la relación entre consumo y bienestar. Aquello que durante décadas fue un símbolo de progreso y pertenencia hoy se convirtió en un terreno de privaciones.
El 63% de los argentinos debió resignar consumos o actividades habituales, priorizando gastos esenciales como la educación y la salud. El llamado “consumidor sacrificial” reemplaza así al tradicional “consumidor aspiracional”, marcando un quiebre cultural.
“La clase media fue históricamente el corazón del imaginario nacional. Hoy vive un proceso de mutación: sigue siendo aspiracional, pero sufre la pérdida de seguridad y previsibilidad que la definían”, explicó Guillermo Oliveto, fundador de Consultora W.
“El consumo se volvió un espejo de la fragilidad: de disfrutar a resistir, de la ilusión al esfuerzo sin premio”, añadió.
En la misma línea, Mora Jozami, directora de Casa Tres, subraya la dimensión cultural de este fenómeno:
“La clase media argentina se define menos por su ingreso y más por su modo de vida. Aun en la adversidad, persiste la búsqueda de ese ‘buen vivir’ que sostiene su identidad colectiva”.
Educación y progreso: un pacto en crisis
El informe también dedica un apartado a la crisis del vínculo entre educación y ascenso social. En la editorial “Educación y clase media: hacer de la identidad argentina una propuesta política”, Sergio Siciliano —legislador porteño y presidente de la Comisión de Educación de la Legislatura de la Ciudad— advierte sobre el debilitamiento de ese pacto histórico:
“La educación fue siempre la promesa de la clase media: la manera de estar un poco mejor, de vivir con dignidad. Hoy ese pacto está en crisis. Recuperar la educación como motor de movilidad social es una forma de defender la cohesión, la dignidad y la esperanza.”
Los datos acompañan el diagnóstico: el 41% de los argentinos considera que vive peor que sus padres, y solo uno de cada cuatro cree haber mejorado su situación.
Entre la nostalgia y la resiliencia
A pesar del deterioro material, la clase media argentina mantiene su capacidad de resistencia y reinvención.
El estudio concluye que este sector continúa defendiendo sus símbolos de pertenencia —la educación, el trabajo y la vivienda— como los últimos bastiones de su identidad colectiva.
“Los argentinos estamos esperando la carroza —sintetiza el informe—: que el mito fundante de nuestra nación vuelva a ser realidad, con la educación y el trabajo como pilares de movilidad ascendente.”

